jueves, 26 de mayo de 2016

Representación de la mujer

REPRESENTACIÓN DE LA MUJER


En el curso de los grandes días en los que se decidió la suerte de la revolución, las mujeres jugaron un papel decisivo. La situación económica y financiera general, en 1788 y 1789 era cada vez peor. Las malas cosechas de 1787 y 1788 aumentaron el precio del pan, que en algunos lugares se duplicó, mientras el paro crecía en las ciudades. Los pobres se morían de hambre y las quejas se multiplicaban.
“Los objetivos de los grupos feministas burgueses buscaban ampliar los privilegios de las mujeres de las clases dominante, mientras que los grupos de la otra ala del movimiento pedían la emancipación plena de la mujer.” (Pigna, 2010) Las mujeres del Tercer Estado se encontraron presentes en distintas acciones durante la Revolución francesa, confiando en que la revolución triunfante las protegería de las penurias del hambre.
Las mujeres de los pueblos del Delfinado y la Bretaña fueron las primeras en desafiar a la monarquía. Seguidas por las ciudadanas de Angolouse y Chevan Seaux. Las mujeres de Angers redactaron un manifiesto revolucionario contra las arbitrariedades de la casa real. Las féminas estuvieron hasta el final en la lucha revolucionaria, animando incluso a los hombres más vacilantes, lo que trajo consigo, un temple de ánimo de gran decisión en aquellas que fueron llamadas por la burguesía contrarrevolucionaria como “calceteras”, que no eran otras sino, las hambrientas, las artesanas, las esposas de los campesinos, trabajadoras a domicilio que odiaban la aristocracia y el antiguo régimen.
Al iniciarse los mítines se comenzaron a destacar las voces de mujeres como Théroigne de Méricourt y de Mirabeau esta última partidaria del Tercer Estado, las que jugaron un papel importante en la revolución. En la toma de la Bastilla las mujeres fueron una parte fundamental, tanto por su número como por su valor: mujeres artesanas, dedicadas a diferentes oficios, igual que mujeres pertenecientes a la aristocracia liberal fueron decididas simpatizantes de la Revolución. La acción sirvió para que el rey no disolviese a los diputados de la Asamblea que acababan de juramentarse en la sala del juego de la pelota el 20 de junio de 1789.




Marcha de las mujeres sobre Versalles


Asimismo, las mujeres, lideradas por Louison Chabry y Renée Audon, fueron protagonistas en la marcha de mujeres, las obreras de los arrabales de Saint-Antoine y la mayoría vendedoras del mercado parisiense del barrio Les Halles, que se dirigieron a Versalles el 5 de octubre en número de miles, reclamando pan, haciendo una protesta además por el hambre y los altos precios, - esta manifestación se inicia motivada por la noticia del banquete que los guardias de corps habían ofrecido el 1 de octubre de 1789 a los regimientos de Flandes, mientras los parisenses seguían castigados por el hambre. Los periodistas en Le Fouet national habían publicado un artículo que decía:
Desde el lunes, los buenos parisinos tienen las mayores dificultades para proporcionarse pan. Sólo el señor Révèrbere puede procurárselo, y desdeñan recurrir a este buen patriota.
Además de los factores políticos, la crisis económica que traía consigo la escacés de alimento, jugó un papel importante en la manifestación popular, en horarios de la tarde las mujeres enviaron representantes a la asamblea y al Rey quienes le prometieron trigo y pan.
El 6 de octubre los manifestantes entran al castillo para forzar al rey a trasladarse a París, con lo que contribuyeron a poner el poder ejecutivo del monarca bajo el control del pueblo parisense. El traslado se inició alrededor de la una, acompañados de cañones, seguidos de los carros de trigo y harina y escoltados por las mujeres; a las diez de la noche ya hacían su entrada en las Tullerías. Durante la revolución, las mujeres de los suburbios de París sólo estaban representadas por los clubes de mujeres, creados por pioneras dirigentes de la lucha de los derechos de la mujer. Las mujeres de los arrabales lucharon con mucho entusiasmo junto al proletariado por la abolición de los gremios y por otras exigencias puramente proletarias.

El comité de salud pública decidió, a finales de 1793, cerrar todos los círculos femeninos. Pero la renacida consciencia política y la necesidad material empujaron de nuevo a las mujeres a la lucha abierta. Muchas de ellas tomaron parte en la insurrección de mayo de 1795, con la cual las masas hambrientas de los suburbios parisinos intentaron por última vez poner freno a la reacción dominante iniciada desde el Termidor. Después de esto, la Convención dictó una orden que obligaba a las mujeres a permanecer en sus respectivas casas.

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